viernes, septiembre 08, 2006

El Deber

Platón. Critón o del deber, 43 d / 45 b (siglo IV AC). CRITÓN. Pues bien no temas eso: no es mucho el dinero que algunos apetecen para disponer sacarte de aquí y salvarte. En segundo lugar, ¿no ves que es gente barata sicofantas y que en modo alguno se necesitaría mucha cantidad para cerrar sus bocas? A tu disposición tienes mi capital, que, según creo, bastará; ahora bien: si por algún miramiento hacia mí no crees oportuno que sea empleado, dispuestos están a gastar esos extranjeros que tenemos entre nosotros. Hay uno entre ellos, el tebano Simias, que incluso ha traído una suma de dinero suficiente para ese fin; resuelto está también Cebes y otros muchísimos. Por consiguiente, no temas eso, como antes te decía, y no desistas de salvarte; por otra parte, no veas aquella embarazosa situación de que hablaste ante el tribunal; que,
saliendo de Atenas, no sabrías como vivir. Piensa que te estimarán en muchos lugares adonde vayas, y, concretamente, si quieres ir a Tesalia, tengo allí muchos “huéspedes” que te tendrán en alta estima y te proporcionarán una estancia al abrigo de todo riesgo, de modo que ninguno de los habitantes de Tesalia, te hará daño. Por otra parte, Sócrates, ni siquiera me parece justo lo que estás llevando a cabo: entregar tu propia vida, cuando puedes salvarla. Y precisamente lo que tus enemigos pueden buscar diligentes y buscaron de hecho, -con la intención de perderte-, eso procuras afanosamente que te ocurra. Además de eso, yo creo que también estás traicionando a tus propios hijos, a los cuales abandonarás con tu marcha, cuando está a tu alcance el llevar hasta su término su educación y crianza, y, privados de tu ayuda, vivirán como buenamente puedan, y, como es natural, les tocará en suerte el género de vida que suelen tener los huérfanos. O no se debe tener hijos o, si se tienen, hay que sufrir con ellos todas las cargas de su crianza y educación. Más tú, a mi juicio, eliges el partido más fácil, cuando el que se Debe seguir, máxime si se trata de un hombre que anda diciendo que a través de toda su vida se ha guiado por la virtud, es el que abrazaría un hombre de bien [...] [...] Procura, por tanto, evitar, amigo Sócrates, junto con la muerte, la vergüenza que todo eso acarrearía a ti y a nosotros. Decide, pues... Pero más bien puede decirse que no es ya tiempo de decidir, sino de tener tomada la decisión. Y la resolución que tomes no admite ya rectificación, pues en próxima ha de estar hecho todo eso. Y si nos retrasamos algo, ya no será posible llevarlo a cabo. Es, pues, Sócrates; hazme caso sin reservas y no obres de otro modo que como te he dicho. SÓCRATES. Estimable celo el tuyo, Critón, de contar con la compañía de cierta rectitud razonadora. En caso contrario, cuanto mayor, tanto más impertinente. Lo que hemos de hacer, pues, es reflexionar si debemos llevar a cabo lo que dices o no; porque yo, no solo ahora, sino siempre, he sido un hombre dispuesto a obedecer, entre todo lo que se me alcanza, a la razón que en mis meditaciones se me muestra la mejor [...] [...] Pues bien: ¿cómo resolveremos la cuestión del modo más conveniente? Creo que, en primer lugar, debemos volver a examinar la sugerencia que haces acerca de las opiniones. ¿Ha estado siempre bien dicho que debemos tomar en consideración ciertas opiniones y otras no, o no lo ha estado? ¿Tal vez estaba bien dicho antes que yo me viese en trance de muerte, y ahora, contrariamente, se ha visto del todo claro que eran vanas palabras hablar por hablar, especie de infantil pasatiempo y frívola cháchara? De corazón deseo, Critón, examinar juntamente contigo si esas palabras debo verlas de otro modo, por encontrarme en esta situación, o del mismo, y si habremos de mandarlas a paseo o prestarles obediencia. Sobre poco más o menos, los que se tienen por personas de palabra sensata solían decir lo que yo manifestaba ahora: que de las opiniones que tienen los hombres, unas deben ser muy estimadas y otras nada. Por los dioses, Critón: ¿no te parece bien dicho esto? Tú, al menos, según lo que puede humanamente conjeturarse, estás lejos de tener que morir mañana, y, siendo así, no debe inducirte a error la coyuntura presente; dime pues: ¿no te parece que es con toda razón como se dice que no debemos estimar las opiniones todas de los hombres, sino unas sí y otras no; ni las de todos, sino las de unos sí y las de otros no? ¿Qué dices? ¿No está bien dicho esto? Platón. Critón o del deber (El Ateneo, Buenos Aires, 1957).<

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